La selección chilena volvió a quedar al margen de una Copa del Mundo, tras caer ante Bolivia en los 3.600 metros de altura de El Alto. Esta nueva eliminación deja a La Roja fuera del máximo torneo por tercera vez consecutiva y confirma el cierre definitivo de una etapa gloriosa en su historia reciente.
Desde aquel inolvidable bicampeonato en la Copa América de 2015 y 2016, el equipo ha sufrido un marcado retroceso. La falta de recambio generacional, sumada a conflictos internos y decisiones poco acertadas, ha debilitado progresivamente su rendimiento. En esta última eliminatoria, Chile apenas sumó diez puntos en dieciséis partidos, una cifra que refleja su peor desempeño en décadas.
Ricardo Gareca, quien asumió el desafío de revitalizar al equipo, decidió dar un paso al costado tras la eliminación. Su salida marca el fin de otro proceso que no logró ofrecer respuestas claras ni reencauzar el rumbo de La Roja. Con seis entrenadores en apenas nueve años, la incertidumbre domina el presente y el futuro del fútbol chileno.
Ahora, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) deberá emprender una nueva búsqueda de técnico, pero más allá de los nombres, lo que urge es un proyecto serio, sólido y a largo plazo. Mientras tanto, la hinchada se despide, con nostalgia y frustración, de una generación que alguna vez tocó la gloria.



