Una tragedia de gran magnitud humanitaria sacude nuevamente a Sudán. Entre 60.000 y 80.000 hogares —es decir, hasta 400.000 personas— han sido desplazadas del campamento de Zamzam, en el norte de Darfur, luego de que las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) tomaran el control del lugar tras un violento asalto de cuatro días. La información fue confirmada por la Organización Internacional para las Migraciones, dependiente de la ONU.
Los combates en torno a Zamzam, Abu Shouk y la ciudad de al-Fashir, bastión clave del ejército en la región, dejaron más de 300 civiles muertos entre el viernes y el sábado, según cifras preliminares de Naciones Unidas. Entre las víctimas se encuentran 10 trabajadores humanitarios de Relief International, quienes operaban uno de los últimos centros de salud en funcionamiento dentro del campamento.
La situación ya había sido advertida por organizaciones de derechos humanos, que temían graves atrocidades si las RSF lograban conquistar esta zona estratégica, azotada por el hambre y la violencia. Imágenes satelitales difundidas por Maxar Technologies muestran columnas de humo y edificios ardiendo, repitiendo el patrón de ataques anteriores por parte del grupo paramilitar.
Pese a las acusaciones, las RSF insisten en que el campamento de Zamzam era utilizado como base por milicias vinculadas al ejército sudanés. En un video difundido por los propios paramilitares, el segundo al mando del grupo, Abdelrahim Dagalo, promete a un pequeño grupo de desplazados el regreso a sus hogares y acceso a comida, agua y atención médica.
La ofensiva se intensificó luego de que el ejército sudanés retomara el control de la capital, Jartum. En paralelo, las RSF también incrementaron sus ataques con drones, incluyendo un bombardeo a la central eléctrica de Atbara, que dejó sin suministro a Puerto Sudán, una de las últimas ciudades controladas por el gobierno.
El conflicto en Sudán comenzó en abril de 2023 como una lucha de poder entre el ejército regular y las Fuerzas de Apoyo Rápido. Desde entonces, la guerra ha desplazado a millones de personas, devastado infraestructuras básicas y sumido al país en una crisis alimentaria sin precedentes. La esperanza de una transición hacia un gobierno civil parece, por ahora, cada vez más lejana.