El príncipe Harry volvió a ocupar los titulares este martes al presentarse personalmente en el Tribunal de Apelación del Reino Unido, en el marco de un proceso judicial que cuestiona las decisiones oficiales sobre su seguridad personal durante sus visitas al país. El duque de Sussex, que llegó a la corte poco después de las 9:30 de la mañana, permaneció atento en el centro de la sala durante toda la audiencia, reflejando la importancia que otorga al caso.
En el eje del reclamo se encuentra la decisión del Comité Ejecutivo para la Protección de la Realeza y Figuras Públicas (conocido como Ravec), que determinó en 2020 que la seguridad de Harry sería evaluada caso por caso, a diferencia del trato otorgado a otros miembros de la familia real. Su abogada, Shaheed Fatima KC, argumentó que su cliente fue “señalado” para recibir un trato inferior, y que el comité no solicitó asesoramiento experto antes de modificar sus acuerdos de protección.
Harry ha sido enfático en su postura: desea que sus hijos se sientan seguros y bienvenidos en el Reino Unido, como parte de su hogar. Sin embargo, desde que renunció a sus funciones reales y se trasladó a Estados Unidos, sus privilegios en materia de seguridad fueron modificados, lo que lo llevó a emprender esta batalla legal.
El Tribunal Superior ya había fallado en su contra el año pasado, asegurando que la decisión del Ravec no fue ilegal. No obstante, su equipo legal insiste en que se cometieron irregularidades en el proceso.
Durante la audiencia de apelación, los representantes legales del gobierno defendieron la postura oficial, calificando la demanda del príncipe como una lectura selectiva de la evidencia, centrada en “detalles mínimos” que no permiten ver el panorama completo.
Se espera que el juicio continúe mañana con nuevos argumentos de la defensa gubernamental. Por el momento, la sentencia definitiva será emitida por escrito en una fecha aún no determinada. La causa mantiene en vilo tanto a la prensa como al público británico, al tratarse de un miembro de la realeza que, pese a su alejamiento institucional, continúa generando un fuerte impacto en la esfera pública del Reino Unido.
