El reciente fin de semana largo en Santiago del Estero estuvo marcado por el dolor y la tragedia. Cinco personas perdieron la vida en distintos accidentes de tránsito ocurridos tanto en rutas provinciales como en zonas urbanas. Una vez más, la imprudencia y la falta de conciencia vial dejaron su huella en una provincia que arrastra preocupantes cifras en siniestralidad: más de 6.000 accidentes en lo que va de 2024, con al menos 150 víctimas fatales.
Durante los tres días de descanso, los hospitales trabajaron sin respiro. Solo en el Hospital Regional se atendieron entre 40 y 50 incidentes viales diarios. Aunque los números hablan por sí solos, detrás de cada uno hay una historia truncada: un hijo que no vuelve, un padre que ya no abraza, una niña que deja juguetes sin usar.
El jueves 12, en El Zanjón, un motociclista de 49 años murió tras caer al asfalto y ser embestido por una camioneta. El viernes, un adolescente de 16 años fue atropellado en el barrio Vinalar; el responsable aún no fue identificado. El sábado, una nena de 9 años y un bombero de 57 fallecieron tras el vuelco de una camioneta en Ruta 92. Y el lunes, un hombre oriundo de Córdoba murió tras un choque frontal con un camión en Abra Grande.
Cinco tragedias en apenas cuatro días. Cinco historias que podrían haberse evitado. El llamado es urgente: conducir con responsabilidad no es una opción, es una obligación moral y ciudadana.
